REFLEXIONES DE AMISTAD





Algunas veces encuentras en la vida
una amistad especial:
ese alguien que al entrar en tu vida
la cambia por completo.

Ese alguien que te hace reír sin cesar;
ese alguien que te hace creer que en el mundo
existen realmente cosas buenas.

Ese alguien que te convence
de que hay una puerta lista
para que tú la abras.
Esa es una amistad eterna…

Cuando estás triste
y el mundo parece oscuro y vacío,
esa amistad eterna levanta tu ánimo
y hace que ese mundo oscuro y vacío
de repente parezca brillante y pleno.

Tu amistad eterna te ayuda
en los momentos difíciles, tristes,
y de gran confusión.
Si te alejas,
tu amistad eterna te sigue.
Si pierdes el camino,
tu amistad eterna te guía y te alegra.
Tu amistad eterna te lleva de la mano
y te dice que todo va a salir bien.

Si tú encuentras tal amistad
te sientes feliz y lleno de gozo
porque no tienes nada de qué preocuparte.
Tienes una amistad para toda la vida,
ya que una amistad eterna no tiene fin.




Simplemente estar ahí, presente,
al lado de quien te necesita.
No es indispensable hablar,
ni hacer algo especial.
Lo importante es comunicar al otro
que uno está unido con la alegría,
o la tristeza;
que está viviendo el ser querido.

Lo que vale es respetar siempre el pedido,
verbal o silencioso,
latente o manifiesto de compañía
o de soledad.

Acompañar es intuir la carencia del otro:
es cuidar, proteger, sin molestar o dañar.

Es tarea de amigos, de amores,
de seres que se sostienen
en la hermandad de los afectos.
Es un servicio de lealtad

Es un punto de contacto,
más cerca de los sentimientos invisibles
que de la mera proximidad
física, ostensible.

Se puede estar “cerca” de alguien.
También es posible estar unidos en la distancia,
y próximos en el corazón.

A veces los sentimientos se filtran
por las fronteras
inventadas por los mismos protagonistas.

Acompañar no es pared sino puente,
unión de almas.

Hay proximidades que agobian
y aíslan mucho más
que la soledad misma.

“Y qué le digo”?, preguntó alguien,
temeroso de sus propias emociones
ante el dolor de un conocido…

“No digas nada, absolutamente nada”,
respondió la sensibilidad.
Lo que importa es estar ahí
en el momento justo.





Hay noches que nadie se imagina. Cosas que pueden suceder y te hacen sentir diferente. Noches en las cuales resurge la amistad que creías perdida.

Crees que la esperanza está perdida y de pronto, te das cuenta que tienes mucho para contar, decir, sentir, vivir.

Esa llamada, esa visita, te llenan de un sentimiento extraño. Vuelves a vivir sin pensarlo. No creías que una conversación, un café, una sonrisa te pudieran volver a la vida.

La amistad renace, porque la esperanza en una llamada, un encuentro, te alegran la vida. Es sencillo y no lo crees. De repente, no quieres irte. Quieres estar ahí. Quedarte. Sentir que lees poemas, libros, apuntes. Cuentas historias, anécdotas. Eres distinto, te sientes diferente.

Si ves lágrimas en tu amigo, no preguntes qué le pasa. Abrázalo, siéntelo, consiéntelo. Él te dirá todo sin hablar. De pronto te dará un beso y comprenderás que has hecho una labor, sin imaginarte.

No creas que tus problemas sean demasiado pesados. Los demás también tienen problemas. Grandes, pequeños, pero problemas. No escuchamos, porque preferimos hablar, contar los nuestros

Muchas veces, ni hablamos con los hijos. No los escuchamos. Nos quieren decir cosas, pero no nos interesan. Quieren recostar sus cabezas en nuestro hombro, pero no nos importa.

No abrazamos, no sentimos, no consentimos. Por eso, muchas veces perdemos, aunque creamos que hemos ganado.

La amistad con los hijos también es necesaria. Los vemos llorar y solamente les preguntamos “qué les pasa”, pero no les sonreímos, ni los abrazamos. Eso no se puede olvidar.

Manuel Gómez Sabogal






Por las amistades perdidas
Es difícil comprender como un malentendido, puede ocasionar que tengas que despedirte para siempre de personas que una vez fueron incondicionales. Amistades que se quebrantan y se disuelven en el tiempo, aunque antaño prometían ser para siempre. Son solo los años quien pueden corroborar esa decisión. Es increíble como las cosas pueden cambiar de un instante a otro, en menos tiempo del que nos imaginamos.


Los días se vuelven oscuros y puedes sentir como la traición te acecha a cada paso que das, como la indiferencia amenaza con volverte insensible y las horas transcurren, recordándote que es imposible que las cosas vuelvan a ser igual que antes.

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